jueves, 14 de junio de 2007

Las estrategias de Mario Benedetti, y mis juegos

Valiéndome de una pequeña desviación de la estructura de este blog, la cual hasta ahora incluía exclusivamente visiones propias, en este artículo quiero señalar la similitud que encontré entre el poema "Tácticas y estrategias" de Mario Benedetti, y aquel relato que publiqué en Abril con el nombre de "Juegos".

A continuación transcribo ambas piezas.

Tácticas y Estrategias (Mario Benedetti)

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.


Juegos (Diego Borghi)

No me divierte jugar tus juegos,
tú tampoco gozas con los míos.
Los tuyos duran toda la vida,
los míos explotan en instantes mínimos.

No me divierte jugar tus juegos, tu fiesta de disfraces, tus individuos cargando pesados disfraces, disfraces eternos, aunque mutantes, con múltiples adornos, aunque indefectiblemente faltos de originalidad. Toscos disfraces, toscos disfraces con los que buscan individualidad, toscos disfraces con los cuales la pierden, toscos disfraces, tintura negra, en lienzo negro, expuesto en un salón pobremente iluminado.

No me divierte jugar tus juegos, no veo las formas que tu ves en los disfraces, no siento las texturas que tu experimentas, no oigo el sonar de sus adornos, ni me llega su perfume, solo veo una vaga nube negra sobre ti.

No me divierte jugar tus juegos, ni encuentro la forma de que desees jugar en los míos, entonces, pocas veces, cuando me siento fuerte, sano, con suficientes energías, juego tu juego, juego torpemente, debilitándome rápidamente en cada movimiento, esforzándome al máximo por permanecer jugando, agonizando en cada jugada, sabiendo que en cada partida perderé, de todas formas, juego, porque dentro de tus juegos existen pequeñísimas puertas para que tu entres en los míos.

No me divierte, y lo juego. Caigo, atravieso suelos, y sigo cayendo, y allí creo ver algo de lo que tú ves en tu disfraz y en el mío, aunque elijo dejarte a ti describirlos, y ahí, entiendo sus formas, sus colores, mientras pierdo energía, sus texturas, sus perfumes, padeciendo dolor, tus fechas, tus lugares, luchando por retenerlas y seguir algún tiempo más en tu juego, tus comidas, tus amigos, tus acciones, perdiendo la mayoría de ellos por su falta de singularidad, y en ese recorrer tu disfraz, en ese moverlo, doblarlo, mirarlo desde distintos ángulos, si se está atento, si se los está buscando, aparecen defectos en el disfraz, pequeñas rajaduras, alguna rotura, al menos un sector con el tejido más abierto, y a través de ellos llega la luz, tu luz. Entre las fechas, los lugares, las pinceladas negras, surge un gesto involuntario, un movimiento en tu mano, o una mirada distinta, o una postura nueva, o un brillo extraño, o todo eso, o nada de eso, seguramente nada de eso, seguramente otra cosa, algo paradójicamente descriptible como demasiado sutil para ser descripto. Y en ese instante mínimo, estamos jugando mi juego, y estamos ganando en él.

Me divierte mi juego, a ti te incomoda, ocultas la falla del disfraz, se pierde el gesto delicioso, caemos a tu juego, soy penado en él con el mayor castigo, he cometido la peor falta, la que quiebra tu juego, la que confunde a sus jugadores, la que más temen los dueños del mismo, he sentido eso, esos colores, esa dulzura, ese aroma, esa belleza que no se encuentra en ningún disfraz, ni en el más caro, ni en el más difícil de conseguir, en ninguno, esa luz que tampoco existe bajo ningún disfraz, excepto el tuyo, esa luz tuya, únicamente tuya.


Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

Compartir

En caso de querer compartir este artículo en otro lugar, les agradezco se comuniquen conmigo agregando un comentario en el artículo (click en "comentarios" debajo del texto) . Los comentarios son moderados por lo que no duden en colocar su dirección de e-mail en ellos.

Un abrazo,
Diego