viernes, 4 de mayo de 2007

La plaza (Capítulo 2 de ?: La Conciencia)

Seguía deslizándome sobre el camino, seguía sin ver los árboles, el césped, los arbustos, detrás del muro, seguía a velocidad constante, seguía alcanzando y dejando atrás ladrillos, sin embargo el tedio habíase dispersado, el pájaro, con sus alas, pareció despejar los velos de humo que fueron cubriéndome en el pasado. Los ladrillos se veían distintos, sus oscuros tonos de rojo variaban, la erosión le daba formas irrepetibles a su estructura prismática. Gracias al pájaro ví esos detalles, y estos lubricaron mi contemplación, y encontré más irregularidades en el muro, detecté grietas, ví árboles invertidos en ellas, ví ramas invernales, y ví la vida latente recorriéndolas. Y, en todo momento, agradecí al hermoso ser alado que abrió violentamente la ventana, del lecho mortal en el que yacía. En todo momento también, esperé, que desde las hermosas figuras que ahora en el muro veía, brotara como manantial de vida, el vuelo mágico de este ser, esperé volver a sentir su fugaz compañía.

Este ser no retornó, aunque si, luego de contemplar muchos ladrillos, luego de observar muchas rajaduras, luego de percibir muchas formas en ellas, otro pájaro penetró el muro, quise creer que era el primero, pero pronto me percaté que sus colores, su complexión, su vuelo, su postura eran diferentes. Tuve un instante de desencanto, un peligroso momento de decepción, y allí, en una acrobacia exuberante el brillante ser mostró toda su belleza, toda su magia me alcanzó durante el tiempo que atentamente gocé de su breve visita. Visita que terminó, al igual que la del primer ser, con un vuelo completamente indiferente al desvencijado muro y su hundimiento en él.

Seguí deslizándome por el camino, seguí encontrando formas en los ladrillos, algunas de impensada belleza, seguí viendo quebraduras, seguí viendo cañadas y arroyos en ellas, y siguieron cruzando el camino estas hermosas aves, todas distintas, ninguna volviendo, todas completamente indiferentes al muro, impactántemente indiferentes al muro, y entre las visitas, seguían los desgastados ladrillos, sus variantes formas, seguían las grietas surcando el muro, los tormentosos ríos en ellas, los delgados pero punzantes rayos de sol atravesándolo e incendiando una caótica fila de polvo, y mientras eso sucedía rememoraba la plaza, sus variados árboles, su postura segura y a la vez calma, su paciente contemplar el lento desplazamiento de los suaves cúmulos de nubes, estas dibujando curiosas formas, fusionándose, descomponiéndose, deshilachándose, algunas dejando penetrar al sol por su fina estructura, y otras mostrándose como sólidas montañas en primera instancia, perdían esta pesada apariencia, al no llegar a esconder sus constantes mutaciones, y la suave textura revelada por el cálido sol, todas en silencio, fluyendo en una invisible brisa, percibían, entre múltiples imágenes, la circular mancha verde de la plaza, veían apenas más cercanas las copas de sus árboles, algo más abajo, los arbustos salpicando de distintos tonos verdosos, el parejo tapiz de césped, cruelmente lacerado en toda su extensión.

Y mientras ellas me contemplaban, yo era desplazado por estas antiguas cicatrices, surcaba el vacío inerte entre los carnosos muros, y recordé cuando ingresé a la plaza, cuando ávido por conocerla, recorrí cada uno de sus caminos fascinado por la variedad de su vida, caminé por sus heridas reabriéndolas, pasé por las cercanías de cada árbol, pero nunca los toqué, el mismo camino que me los acercaba, un instante antes de alcanzarlos, los alejaba de mí, y así se sucedieron promesas y desengaños, y cuando el alma estaba demasiado afligida, el hábil camino me dirigía a los juegos, y allí la distracción, otorgando un engañoso sentimiento de libertad, agregaba un eslabón más a mi cadena, y me hacía más esclavo del camino.

Y así seguí desplazándome por el camino, buscando la vida en el único lugar donde fue quitada, y con mi caminar, fui haciendo más profunda la herida, con mi equivocado buscar me fui hundiendo, intentando alcanzar me fui alejando.

Seguía mi hiriente avanzar entre muros de sangre coagulada, costras oscuras atravesadas por grietas con hilos de roja sangre aún fluyendo, más y más costras, más y más grietas, algunas de ellas emitiendo finos disparos de ínfimas gotas salpicando mi paso. Inmerso en esa lúgubre atmósfera se formó en mi conciencia la perversidad del camino, ví la vida cubriendo toda la plaza, ví muchos árboles en ella, ví la llegada del camino, ví la matanza de seres, ví el elaborado diseño del camino, ví la elección de seres que funcionarían de adorno y los que se desecharían, ví como el camino se acercaba a los primeros y como destruía a los segundos, ví como llegaron los juegos, y finalmente ví como se instaló el indiferente busto. Ví el ingreso de mucha gente, y ví mi ingreso, ví el mismo engaño en todos nosotros, y ví la satisfacción del camino, ví el éxito del camino, y ví su nueva idea, ví la inmediata creación de nuevas plazas, distintos diseños, distintas distracciones, la misma concepción, el mismo engaño, ví la distribución de personas en las nuevas plazas, ví la disminución de habitantes en la mía, ví la maldad en el plan, ví la concreción del mismo, y ví la culminante satisfacción del camino cuando cada ser humano quedó aislado en su propia plaza, ví a todas las plazas, ví a todos los humanos convertidos en dagas, recorriendo sus cíclicos caminos, abriendo y reabriendo las heridas de la vida, y en ese instante, paré.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo. Tenés razón,es poesía en prosa o prosa poética. Leyendolo me parece estar viendo una película francesa, no me preguntés porque. Quizás por la sutileza y el ritmo lento aunque muy cinematográfico. Terminalo y envialo a un concurso (aunque para eso no lo tendrías que hacer conocer por este medio o por algún otro). Quizás vas a decir que no te interesan los concursos pero bueno, te digo lo que siento
Suerte y esperemos el próximo....

djbm dijo...

Gracias Carlos,

especialmente por el comentario de que parece estar viendo una película francesa. Recibí un comentario similar aunque no a través del blog.

Hace dos años y medio estoy viendo buen cine, casualmente unos de los primeros ciclos fue de Eric Rohmer, luego he hecho algunos cursitos de cine, algo debe haber quedado de eso.

En cuanto al concurso, me interesa la idea, este último puede ser que encuentre algún lugar donde presentarlo, los otros eran muy cortos, no busque mucho, pero en lo que ví, no entraban dentro de los requisitos.

Un abrazo,
Diego

Anónimo dijo...

Fijate en el concurso de La Nación, el diario de B.Aires. Al ganador lo edita Sudamericana.Aunque creo que este año no le toca a novela.

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Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

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